Me quise hacer el
interesante y generar intriga y suspenso dejando a medio contar la historia que
estaba contando en el capítulo anterior, pero me zarpé y pasaron más de siete
meses y ahora ya nadie se acuerda de qué estaba hablando, ni le importa un
carajo porque seguro endemientras se me pusieron a leer Basta de Miedos de Viviana
Canosa. Eso me pasa por no leer el manual del buen novelista que estuve leyendo
ahorita en estas vacaciones porque antes que nada eso soy yo, un buen novelista,
pues, como sabrán, tuve que elegir entre hacer una carrera de peluquera exitosa
o ser un novelisto argentino famoso.
Ahí en ese manual que
les decía te explican que una buena novela te deja la intriga, ponele, de un
viernes para un lunes y no más porque la gente te pierde el interés y se olvida. Entonces, el viernes, por ejemplo, tenemos a
María que se está muriendo por los venenos de la Nana Calixta y Soraya está
fingiendo un embarazo de Luis Fernando para que él se case con ella. Eso te
deja re intrigado hasta el capítulo del lunes, en el que Soraya se cae de un edificio
y muere y la Nana Calixta se fuga y deja de envenenar a María, quien se cura de
su extraña enfermedad y Luis Fernando recién enviudado de Soraya se casa con María
cuyo hijo ella abandona porque él piensa que ese hijo no es de él sino de su
hermano Vladimir. Eso es una buena intriga.
Y yo ahora tengo que retomar
lo que estaba contando que lo había dejado ahí mismito justo con la mano en la
poronga. Estábamos arriba de un micro, mejor dicho, estaba Juan que es nuestro
protagonista y que no es un yo, sino una tercera persona que concuerda con Juan en número (que es singular porque Juan
es uno) y en género (que no sabemos cuál es porque esta es una parte de la
trama que todavía no decidimos en tanto autores de esta novela que es una
novela escrita con la punta de la chota –a su vez, esta primera persona del
plural que aquí veis constituye en efecto un plural mayestático porque en
realidad nos referimos al Yo, quien, como afirmamos en otra oportunidad, no
sabemos quién es Yo), arriba de un micro y el del asiento de al lado haciéndose
el dormido comenzó a manotearle la bragueta con caricias disimuladas hasta
lograr el encumbramiento de la poronga. Hasta ahí habíamos llegado porque
tuvimos que parar (si me –o nos- permiten la palabra) porque se nos sonrojaban
las viejas en las peluquerías. Cuestión que nunca terminamos de contar lo que
pasaba. ¿No que no?
ailabiuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarcuando manda el corasonn siempre siempre manda el amooorrr!!!
ResponderEliminaraméee améeeeeeeee
LO QUE NO ES PUEDE YEGAR A SER.
ese hijo no es mío ese hijo es de mi hermano vladimir es un bastardo ¡un bastardo! voy a divorciarme de ti ¡a divorciarme! ¿No que no?
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